El
poema
Amaneces
y echas una mirada: ya todo está ahí, el árbol y la serpiente y la piedra y el
sol. Nada te estuvo esperando. Nada se vuelve para mirarte, ninguna cosa te
pregunta nada, todo permanece y sigue su camino.
Y entonces, por un rencor más
profundo, vaya uno a saber por qué, tú también te pones a crear algo de lodo,
de sueño, de puro aliento, de lo que se te ocurra, algo tuyo, según tu antojo.
Lo sueltas al mundo y temes, no sabes si va a aprender a caminar, a hablar, si
va a sobrevivir.
Y si eso ocurre, y ocurre rara vez,
pronto aquella cosa tuya, por ti creada, empieza a caminar por el mundo, pero a
su propio antojo.
¿Te gusta eso entonces?
1953
Vasko
Popa
El cansancio ajeno Poesía completa
Traducción de Dubravka Suznjevic
Vaso Roto, Esenciales de poesía
P. 491