Nadie
va a pagarme la resurrección
Tengo unas monedas de plata
que encontré tiradas en la
banqueta
y en mi bolsillo se han
vuelto perlas
y en la ciudad, un pedazo de
carne.
Tengo unas monedas de plata
que encontré en la puerta de
la iglesia
y en mis manos se
convirtieron
en sangre y mercurio de
Cristo.
Judas debe estar muy decepcionado.
Previendo la pobreza,
guardé una moneda bajo mi
lengua.
Estoy dispuesto a sembrarla
y regar con mi saliva
la tierra de la avaricia.
(Dependerá el
color en cuestión del sacrificio)
Pensando esto, me quedé
dormido
y soñé que de mi costado,
como huesos, costillas y
tiempo,
nacían tres monedas negras.
Con ellas voy a comprar
una maleta de obsidiana
para empacar mis huesos
y ya no preocuparme por
dinero
y quedarme dormido
y no hablarle a nadie
y esperar que cualquiera,
con su tiempo, costillas y huesos,
quiera pagar una parte
de mi resurrección.
Arturo Loera
Este poema pertenece al
libro Cámara de Gesell, de venta en http://www.editorialpraxis.com/