Trilce
XLI
La Muerte de rodillas mana
su sangre blanca que no es
sangre.
Se huele a garantía.
Pero ya me quiero reír.
Murmúrase algo por allí.
Callan.
Alguien silba valor de
lado,
y hasta se contaría en par
veintitrés costillas que
se echan de menos
entre sí, a ambos
costados; se contaría
en par también, toda la
fila
de trapecios escoltas.
En tanto; el redoblante
policial
(otra vez me quiero reír)
se desquita y nos tunde a
palos,
dale y dale,
de membrana a membrana,
tas
con
tas.
Me
estoy riendo
Un guijarro, uno solo, el
más bajo de todos,
controla
a todo el médano aciago y faraónico.
El aire adquiere tensión de recuerdo y de anhelo,
y bajo el sol se calla
hasta exigir el cuello a las pirámides.
Sed. Hidratada melancolía de la tribu errabunda,
gota
a
gota,
del siglo al minuto.
Son tres Treses paralelos,
barbados de barba inmemorial,
en marcha 3 3 3
Es el tiempo este anuncio de gran zapatería,
es el tiempo, que marcha descalzo
de la muerte hacia la muerte.
controla
a todo el médano aciago y faraónico.
El aire adquiere tensión de recuerdo y de anhelo,
y bajo el sol se calla
hasta exigir el cuello a las pirámides.
Sed. Hidratada melancolía de la tribu errabunda,
gota
a
gota,
del siglo al minuto.
Son tres Treses paralelos,
barbados de barba inmemorial,
en marcha 3 3 3
Es el tiempo este anuncio de gran zapatería,
es el tiempo, que marcha descalzo
de la muerte hacia la muerte.
César
Vallejo
***
Olmeca
Aquí me tienen, muerto de
risa.
Muerto de risa por las muecas que me está
haciendo el
Maestro Escultor para
tenerme muerto de risa mientras me
hace el retrato.
Hasta me ha sacado la lengua. ¡A mí, que soy el Hijo del
Hasta me ha sacado la lengua. ¡A mí, que soy el Hijo del
Rey!
Y desde el copito de su cabeza me saca
otra lengua que
ciertamente no tiene en el
copito de su cabeza.
Yo estoy muerto de risa.
Yo estoy muerto de risa.
Mi hermanita, en cambio, se ha enojado
mucho. Y con
sus brazos bien abiertos
lo regaña que da miedo.
Yo, no. Yo estoy muerto de risa.
Me da risa el Jaguar y me da risa la
Serpiente y hasta la
Muerte me da risa.
Muerte me da risa.
Ustedes, los Nuevos, no saben lo que es
bueno.
Tan serios y con las caras llenas de pelos
como los monos.
Pero como feísimos monos blancos.
Feos monos blancuzcos,
lívidos, con las carotas
llenas de pelos.
No puedo evitarlo. Es descortés, pero
ustedes me dan
más risa que nada.
Es cierto que yo estoy muerto y que
ustedes me miran y
están vivos.
Pero yo estoy muerto de risa.
Eliseo
Diego
(Poema encontrado la
mañana de su muerte)
La imagen fue tomada de la
edición de la Coordinación de Difusión cultural de la Universidad Nacional
Autónoma de México, 1994.