Norte
Ésta era tu casa,
donde nunca entré,
que nunca vi de día
cuando hace siglos te
acompañaba, tarde,
esperaba que entrases por
la puerta donde me he detenido
y volvía, húmedo de ti aún
a través de la noche blanda, segura,
porque la certidumbre de
tu vida y de tu carne
era un arroyo de leche
prodigiosa y confiada.
Ahora es mediodía, azul y
nubes;
me da vértigo entender de
pronto
que esta calle que hasta
hoy no conocí a la luz
fue tuya antes de
hallarnos;
luego llegué y dudabas, recorriste
esta acera
semanas, pensando a qué
nueva extraña prueba someterme;
quizá mirabas aquel balcón
de esquina al decidirte
y la siguiente noche que
nos trajo aquí juntos
nos había encontrado
mezclándonos lejos.
Dormiste aquí dentro
entonces como en toda otra fecha;
¿qué repasabas al unir los
párpados?
¿qué al despertar en un
domingo igual a éste?
Del
libro: Enroque
(1986)
Gerardo
Deniz (1934)
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