En
el que satisface un pensamiento ante la Catedral Metropolitana
A Luis Flores
por el primer verso
¡Dos
bolsas de Sabritas, quince pesos!
Gritaba la señora de la
esquina
como los himnos negros y los
rezos
que brotan de una pila
neoyorquina.
Allá vienen la chota y sus
sabuesos
para arrastrar su presa a la
neblina
más son los polizontes tan
obesos
que la señora escapa
transfelina.
Terror para nosotros, los
civiles,
frente a la ventanilla de
las quejas,
la espera de otras guerras
mercantiles,
pogromos, mataderos para
ovejas,
en esta diagonal de los
alfiles
que aquí ya presentimos tras
las rejas.
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