Gacela
de la boca que no besa
Nada quedó del trémulo rocío
que trajinaba los narcisos
presos.
Ni en la línea que curva la
campana
ni en color del granate
severo.
Era tu boca que besaba
un rincón litoral de mar e
incienso.
Con ademán de fanal nocturno
revolviste los peces
inquietos.
¿Dónde los labios como
rosarios,
dónde el beso de rehilete
revuelto,
por qué tu boca rabiosamente
si la luna no tiene cerco?
Camino por las calles
orientales
rogando al corazón de los
adelfos
para que arraiguen estos
labios míos
a los tuyos en un amor
venéreo.
Lázaro Tello Pedró
(Oaxaca, 1986)
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