Después
del juego
Al
final las manos se agarran la panza
Para
que la panza no reviente de risa
Pero
ahí no hay panza
Una
mano se levanta con esfuerzo
Para
secar el sudor frío de la frente
Pero
tampoco hay frente
La
otra mano busca el corazón
Para
que no salte del pecho
Y
tampoco hay corazón
Las
dos manos caen
Ociosas
caen al regazo
Tampoco
hay regazo
Sobre
una palma ahora cae la lluvia
De
la otra crece la hierba
Qué
te cuento
Tomado de: El cansancio ajeno, poesía completa, p.
125
Traducción de Dubravka
Suznjevic
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