De Las figuras de Lichtenberg
Debemos retirar nuestras
ofrendas, aunque ardan y echen humo.
Debemos recordar nuestros
versitos como llantas ponchadas.
Debemos desollar al
curatoriado, invertir nuestros hábitos de penitencia
Y entrar en la Academia en
fila india.
Aún no ha aparecido la poesía.
La imagen no es un
sustituto. La imagen es como una anéctodta
en boca de un bebé que nació
muerto. Y ni la reflexión,
con su infinito espurio, ni
tampoco la religión, con su octava arte de hongos,
puede causar orgasmo tras
orgasmo como la poesía. Como política,
en general nos disculpamos.
Pero con disculparse no se logra nada.
Debemos exigirles que se
quiten los zapatos, los anteojos, los dientes.
Debemos exigirles que lloren
sin tapujos.
Si pudiera servirles de
consuelo, nos gustan los primero libros de Ashbery.
Si puediera servirles de
consuelo, no van a sentir nada.
*
El establishment poético ha cooptado la contradicción,
y el establishment poético no ha cooptado la contradicción.
¿Estos poemas son tan sólo
aparatosos
o estos poemas son una
crítica de la aparotisidad?
El cielo deja de pintar y se
vuelca a la crítica.
Le envidiamos al cielo sus contradicciones.
Le envidiamos al cielo
sus retazos expuestos de
lienzo sin imprimar
y su crítica tácita a la
terminación pictoricista.
Llueve para dar énfasis. O
llueven énfasis
sobre un público aún no
preparado para los logros del cubismo.
Lo que queda, tal vez, de
innovación
sea un conservadurismo en
paz con la contradicción,
mientras el cielo transgrede
su marco
pero obedece al museo.
Tomado de: Elegías doppler
Traducción de Ezequiel
Zaidenwerg
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