martes, 9 de julio de 2013

De la casa



Asesino


Presta atención, hermano
al silencio de la carretera
que se distribuye generoso
y llega hasta la ciudad.

Observa cómo la sangre cubre
los señalamientos del camino.
Observa cómo chorrea
y llueve tranquila sobre el asfalto.

La ciudad es un gran vicio
que se paga con monedas pobres.
A ti te sirven ahora las monedas,
las mujeres, el alcohol que por cliché
consumes. Hombre sin flores en el pecho.

Y así como olvidas el motivo
olvidas el silencio. Ráfagas de carne contra carne.
Justificaciones innecesarias.
El llanto de la mujer que nunca fue tuya.
El descalabro preciso
con la vasija que contenía los condones
podridos.
Los quejidos del amante
que parecía un ratón enamorado.

Es invierno y los muchachos disfrutan la carretera,
lo recuerdas.
Cristina no debe tardar para entrar en calor, lo recuerdas.
Y es sólo el recuerdo, asesino, lo que queda.

La policía no debe tardar,
no te preocupes.
Tampoco tarda en llegar el verano.



                                                                      Arturo Loera

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