miércoles, 14 de marzo de 2018

De la casa



Postal de Tijuana

En una playa de Tijuana,
la que es dos y una en su inocencia,
el sol, en ocasiones
decide no salir.

Se nubla la frontera en la mirada gaviota.

Hay veleros a lo lejos que parecen
velas de cumpleaños sobre el mar.

¿Qué arena tan extraña es ésta?
Como muerta.

Han pasado los mejores años de mi vida
entre las luces inmigrantes de ciertas calles.

Todo turista es anónimo.

Tijuana es triste para los suyos, hay que decirlo.
El lugar más feliz sobre la tierra para los extranjeros.

Encontré a Simbad
construyendo un castillo de arena,
pero qué arena más extraña era,
como destruida de antemano,
gris en su esperanza.

Del otro lado duerme a pierna suelta el rey Sharyar.

El sol, en ocasiones, decide no salir.
No debería sangrar en esta hermosa mañana.
Sin sol, en este mar sin rabia, resignado.

Una postal del adiós: una gaviota
comiéndose los ojos de Simbad.


De Un montón de piedras
Concurso Binacional de Poesía 2017 Pellicer – Frost
Mantis/UACJ 2017