jueves, 17 de noviembre de 2022

5 poemas de Poemas plagiados, de Esteban Peicovich

 

 

2

UN GOLPE DE DADOS

 

El salto de una casilla a otra al capricho del azar, pasando sobre el puente, alojándose en la posada, perdiéndose en el laberinto, cayéndose en el pozo, quedando prisionero en la cárcel, tropezando con la cabeza del muerto, visitando las casillas del marinero, del pescador, del puerto, del ciervo, del molino, de la serpiente, del sol, del casco, del león, del conejo, de la maceta de flores, etc.

 

(Explicación sobre el juego de la Oca)

 

 

7

LA HUMILDAD

 

Aquí no se come a gusto del cliente sino a gusto del mar.

 

(Anuncio de un restaurante de Caleta Córdoba, en la provincia de Santa Cruz)

 

 

9

FREUD

 

Cuando el viento sopla en dirección distinta a la de las nubes, se aproxima, normalmente, una depresión.

 

(Tomado de un texto básico de Meteorología)

 

 

 

37

LA VERDAD

 

Sólo las hierbas marchitas de aquel lugar pueden explicar cómo cayeron.

 

(Frase final de un comunicado chino relacionado con las causas de la caída, explosión e incendio del avión Trident que conducía Lin Piao, ocurrida el 13 de setiembre de 1971 en Mongolia exterior)

 

 

40

SINTAXIS, LA BELLA

 

Jerseys para niños de lana.

Camas para matrimonio de bronce.

Sillas para niños plegables.

 

(Anuncios comerciales tomados del periódico Clarín de Buenos Aires)

 

 

 

De Poemas Plagiados (bajolaluna, 2008)

sábado, 8 de octubre de 2022

De la casa

 

El enchufe, caray

 

A la memoria de Xhevdet Bajraj.

Para Mariana y Raúl, siempre.

 

Nos encontramos en la embajada chihuahuense,

ese lugar con bandera como camisa de cuadros

que se encontraba en el centro de una santa

llamada María y su velo era una ribera

desde donde veíamos a Bergman, la muerte, el mar.  

Bebemos y fumamos como si no supiéramos

hacer otra cosa, los gatos

nos rodean como guardaespaldas,

pero lo que cuidan en verdad es el espíritu

de ese momento lleno de humo que se escapa.  

Te escucho. Reímos. Es la primera

vez que nos vemos, pero qué calor tan gemelo.

Tu amada Vjollca ríe mientras acaricia a Pipo,

te burlas de los poetas que se toman demasiado en serio,

comienzan las anécdotas, la guerra,

tus pasos enlodados de días y días,

tu acento escondido, los perros

amados y los familiares perdidos,

el nacer en un país que ya no existe.

Ningún país existe en realidad.

¿Y tú qué? Me preguntaste.

Nada, vengo de allá de donde vino tu Raúl

y trato de no tomarme tan enserio

y este muchacho dramaturgo

que ves a mi lado no es mi novio

y hace poco leí tu libro

y lloré mucho porque el tamaño de tu dolor

es tan grande que nos abraza a todos

y nos da el derecho a soñar

y a sembrar flores donde otros siembran cuerpos

y te reíste y la casa tembló un poco con tu risa

y aproveché el descuido y te robé un cigarro

riéndome también de tan feliz

y te presté un libro que no te gustó

pero siempre fuiste tan amable, caray, tan cuate,

no, mano, no, y con eso decías todo.

Ahora que te has ido abro tu libro y me hablas

como esa primera vez en la ribera.

Estas lágrimas, Xhevdet, son hijas de la alegría.