Mostrando entradas con la etiqueta Clásicos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Clásicos. Mostrar todas las entradas

domingo, 22 de marzo de 2015

Cancionero



Libertad


(Falta una cita de Séneca)
¡Ay qué placer
no cumplir un deber,
tener un libro para leer
¡y no hacerlo!
Leer es una lata,
estudiar es nada.
El sol dora
sin literatura.
El río corre bien o mal,
sin edición original.
Y la brisa, ésa,
de tal naturalmente matinal,
como tiene tiempo, no tiene prisa...
Libros son papeles pintados con tinta.
Estudiar es una cosa en que está indistinta
la distinción entre nada y cosa ninguna.
¡Cuánto mejor es cuando hay bruma,
esperar a D. Sebastián,
¡venga o no venga!
Grande es la poesía, la bondad y las danzas...
Pero lo mejor del mundo son los niños,
las flores, la música, el claro de la luna y el sol,
que peca
sólo cuando, en vez de crear, seca.
Por encima de todo esto
está Jesucristo,
que no sabía nada de finanzas,
ni consta que tuviese biblioteca.



Fernando Pessoa  

martes, 10 de febrero de 2015

Ciclo Jorge Fernández Granados



Los dispersos

y en una equivocada edad donde caminan
los dispersos los que no han abierto
su verdad al mundo aún el resuelto como la quitanza
de lo que todos saben pero no
han pronunciado

perduran o perseveran en lo limpio los dispersos
en la desigualdad del orden donde guardan
como la sed como la musitante sed su avinagrado día
en ese digno
afán con una cifra
en la orilla de los números del mundo

miserables los dispersos reiteradamente juntan
cuatro cosas y el alegre respirón de un aire viejo
se saludan
se sospechan
desde la mutante memoria del amor
o la palabra (cualquier gesto) los agrupa
y los retiene
convidados de piedra confundidos en todo

casi se pierden casi se dan
por omitidos unos a veces
y apagan con los dedos una llama
escriben en la arena dicen que son niños
soplan con el polen transparente
y se ríen
pasan con su piedra ardiente rotan como púlsares
se impacientan se distraen se despiden
los dispersos

unas veces no
los hallaremos más nadie diría petrificados
sus jardines su reloj sus herramientas
su triste manera de mirar algo tan lejos
muy algo tan lejos

qué raros son
los dispersos
a nadie le gusta tenerlos demasiado tiempo cerca
parecen ácido o luz
queman sorprenden incomodan no sabe uno qué hacer
abre la puerta
deja que salgan
toma gracias adiós
y que Dios
te cuide
pero no vuelvas

ruido
ruido en el corazón
de los dispersos
eso
debe pasar porque enmudecen
gritan cantan
sufren se despiertan
porque se van a pie distancias
que nadie quiere caminar
y no se cansan
sólo se mueren a veces
porque en su respiración hay un murmullo que parece canto
una razón
que no los deja vivir que no los deja quedarse
y cómo hacer cómo decirles
que ya no
hay casi lugar
en esta cárcel para ellos



Jorge Fernández Granados (Ciudad de México, 1965)

viernes, 6 de febrero de 2015

Salomón de la Selva



Carta

Ya me curé de la literatura.
Estas cosas no hay cómo contarlas.
Estoy piojoso y eso es lo de menos.
De nada sirven las palabras.
Está haciendo frío
por unas razones muy sencillas
que no recuerdo ahora.
Tal vez porque es invierno.
Unos libros forrados
que hallarás en mi casa
explican con lucidez indiscutible
la razón de las temperaturas.
Cuando me escribas, dime
por qué hay calor y frío.
¡Fuera horroroso
morirme en la ignorancia!
Las luces Verey son
lo más bello del mundo.
La No Man
s Land parece
un país encantado.
He visto mi propia sombra
alargarse al infinito.
Y me han brotado mil sombras
rápidas de los pies.
Y se han ido estirando
más veloces que un sueño;
y después han corrido
de nuevo a mis zapatos.
Todavía les tengo
más temor a las sombras que a las balas.
Aunque son un encanto
las luces: verdes, blancas,
azules, amarillas
Me he diluido en sombras
y me he ido corriendo
a más allá del mundo.
Me han parecido música
las luces. Me he sentido
el Prometeo de Scriabin.
Después me ha dado espanto.
Unos libros forrados
que hallarás en mi casa
explican con lucidez indiscutible
el porqué de los miedos.
Cuando me escribas, dime
cómo se es valiente.
¡Fuera horroroso
morirme en la ignorancia!



Salomón de la Selva (Nicaragua, 1893 - Francia, 1959)

martes, 16 de diciembre de 2014

Ciclo Joseph Brodsky



Canción

Ojalá estuvieras aquí, querida;
ojalá estuvieras aquí.
Ojalá estuvieras sentada
junto a mí, en el sofá.
Tuyo fuera el pañuelo,
mía la lágrima, camino del mentón.
Aunque podría, desde luego,
ser más bien al revés.

Ojalá estuvieras aquí, querida;
ojalá estuvieras aquí.
Ojalá estuvieras en mi coche
y cambiaras de marcha.
Nos hallaríamos en otra parte,
en una playa virgen,
o bien, volveríamos adonde
ya hemos estado.

Ojalá estuvieras aquí, querida;
ojalá estuvieras aquí.
Ojalá no supiera astronomía
cuando asoman las estrellas,
cuando la luna rasa el agua,
que cambia de postura en su sueño, a un suspiro.
Ojalá tuviera veinticinco centavos
para marcar tu número.

Ojalá estuvieras aquí, querida,
en este hemisferio,
mientras estoy sentado en la terraza
bebiendo a sorbos una cerveza .

Es tarde; el sol se está ocultando,
gritan los niños y lloran las gaviotas.
¿De qué sirve el olvido
si lo sigue la muerte? 


Joseph Brodsky

lunes, 8 de diciembre de 2014

Ciclo Joseph Brodsky



ADIÓS,
olvida
y no desfallezcas.
Deja tus cuentas claras
pues no regresarás.
Serás audaz
tu camino
será recto
sencillo.
Las estrellas de oropel
van a arder para ti
en la bruma,
la esperanza va a calentar
la palma de tus manos
en la hoguera.
Habrá ventiscas
nieve, lluvias
y el zumbido frenético del fuego,
tendrás más éxitos que yo
en el futuro.
Habrá vigorosas y hermosas
batallas
que retumbarán en tu pecho.
Soy feliz por aquellos
que, tal vez,
encontrarás.


Joseph Brodsky