sábado, 20 de octubre de 2018

Libro centroamericano de los muertos


SERMÓN DEL MIGRANTE

(BAJO UNA CEIBA)


Declaro: Que mi amor por Centroamérica muere conmigo.
Francisco Morazán

Y Dios también estaba en exilio, migrando sin término;
viajaba montado en La Bestia y no había sufrido crucifixión
sino mutilación de piernas, brazos, mudo y cenizo todo Él
mientras caía en cruz desde lo alto de los cielos,
arrojado por los malandros desde las negras nubes del tren,
desde góndolas y vagones laberínticos, sin fin;
y vi claro cómo sus costillas eran atravesadas
por la lanza circular de los coyotes, por la culata de los policías,
por la bayoneta de los militares, por la lengua en extorsión
de los narcos, y era su sufrimiento tan grande
como el de todos los migrantes juntos, es decir,
el dolor de cualquiera ; antes, mientras estaba Él en Centroamérica,
esa pequeña Belén hundida en la esquina rota del mundo,
nos decía en su sermón del domingo, mientras bautizaba
a los desterrados, a los expatriados, a los sin tierra,
a los pobres, en las aguas del agonizante río Lempa:
“El que quiera seguirme a Estados Unidos,
que deje a su familia y abandone las maras, la violencia,
el hambre, la miseria, que olvide a los infames
caciques y oligarcas de Centroamérica y sígame”;
y aún mientras caía, antes aun de las mutilaciones,
antes de que lo llevaran al forense hecho pedazos
para ser enterrado en una fosa común como a cualquier otro
centroamericano, como a los cientos de migrantes
que cada año mueren asesinados en México,
mientras caía con los brazos y las piernas en forma de cruz,
antes de llegar al suelo, a las vías, antes de corta Su carne
las cuadrigas de acero y los caballos de óxido de La Bestia,
antes de que Su bendita sangre tiñera las varias coronas de espinas
que ruedan sobres los rieles clavados con huesos
a la espalda del Imperio mexica, el señor recordó en visiones
a su discípulo Francisco Morazán y le dio un beso en la mejilla,
y tomó un puñado de tierra centroamericana y ungió con ella
 su corazón y su lengua, y recordó que Morazán le preguntó una vez,
mientras yacían bajo la sombra de una ceiba,
aquella en la que había hecho el milagro de multiplicar el aguardiente
y las tortillas: “Maestro, ¿qué debemos hacer si nos detienen
y nos deportan?”, a lo que Él respondió: “Deben migrar setenta
veces siete, y si ellos les piden los dólares y los vuelven a deportar,
denles todo, la capa, la mochila, la botella de agua, los zapatos,
y sacudan el polvo de sus pies, y vuelvan a migrar nuevamente
de Centroamérica y de México, sin voltear a ver más nunca, atrás…”

Balam Rodrigo (Villa de Comaltitlán, Soconusco, Chiapas – 1974)
Resultado de imagen para Libro centroamericano de los muertos

jueves, 6 de septiembre de 2018

Un poema de Sharon Olds


For you

In the morning, when I´m pouring the hot milk
into the coffee, I put the side of my
face near the convex pitcher to watch
the last, round drop from the spout,
and it feels like being cheek to cheek
whit a baby. Sometimes the orb pops back up,
a ball of cream balanced on a whale´s
watery exhale. Then I gather my tools,
the cherry sounding-board tray that will rest on my
lap, the phone, the bird book to look up
the purple martin; tray, phone,
martin, Trayvon Martin, song was
invented for you, art was made
for you, painting, writing, was yours,
our youngest, our most precious, to remind us
to shield you—all was yours, all that is
left on earth, whit your body, was for you.

Sharon Olds
The New Yorker
May 14, 2018

lunes, 6 de agosto de 2018

Poema de la casa


El sol

Esperando que la pechuga se descongele
sobre la vieja tarja que encontramos en la calle
observo cómo el sol alumbra
este pequeño tesoro lleno de hielo,
esta vieja tarja que bajo su luz se mira decente.

Algo querrá decir todo esto
mientras espero que la pechuga se descongele,
que el sol traiga de nuevo la comida a la mesa,
que mis ancestros no sepan nunca que existí.


Poema perteneciente al libro Nata notable (Cuadrivio, 2018)