Desidératum
Recházame si quieres,
por mis ojos adivinas
por mis ojos adivinas
que esa ansia incontrolada
de tenerte
no me ha hecho, como dicen, más maduro;
no me ha hecho, como dicen, más maduro;
pero esa negativa infinita,
esa fuerza malgastada, nunca vuelve
ni da en cuerpo alguno:
se pierde así el agua entre los dientes,
como luz de una linterna al mediodía;
como uno a sí mismo cuando ama.
esa fuerza malgastada, nunca vuelve
ni da en cuerpo alguno:
se pierde así el agua entre los dientes,
como luz de una linterna al mediodía;
como uno a sí mismo cuando ama.
Mas tampoco los dioses se
ocuparon de ellos mismos:
crearon sin crearse,
hicieron sin hacernos, sin odio ni ternura,
pues ésta no se da entre los dioses;
la ternura, si hay suerte, te la encuentras
por las calles, los bares o algún día
en casa cuando crees que ya nada,
ni un niño ni la sal nos alimentan.
Por qué entonces no llegamos a un acuerdo:
yo admito haber sido un desgraciado
y tú sales de esa foto y me prestas
la risa de aquel martes y tu cuerpo
y déjame tu muerte, mi animal herido,
y aquel cinismo indiferente, recuerda,
para tanta depresión que se avecina.
crearon sin crearse,
hicieron sin hacernos, sin odio ni ternura,
pues ésta no se da entre los dioses;
la ternura, si hay suerte, te la encuentras
por las calles, los bares o algún día
en casa cuando crees que ya nada,
ni un niño ni la sal nos alimentan.
Por qué entonces no llegamos a un acuerdo:
yo admito haber sido un desgraciado
y tú sales de esa foto y me prestas
la risa de aquel martes y tu cuerpo
y déjame tu muerte, mi animal herido,
y aquel cinismo indiferente, recuerda,
para tanta depresión que se avecina.
Jordi
Virallonga
(Barcelona, 1955)
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