viernes, 9 de mayo de 2014

Ciclo Watanabe



El pan


Perdonen que lo diga sin pudor,
pero mi madre y yo vivíamos en un pueblo
                                 de hambrunas.
Las carencias
nos llevaban a todos a una especia de inocencia,
                                   a un vivir
en el centro puro de nosotros mismos.
Así es cuando ya no queda nada, salvo
la postura orgullosa de mi madre
                           que dormía como saciada.

Cada cierto tiempo pasaban profetas
que repetían monsergas en nombre de un dios
                             prometedor, pero cruel.
Ninguno trajo lluvia sobre los campos yermos
              ni hizo el milagro de una simple lechuga.

Una tarde se asomó a nuestra puerta
un extranjero de mirada llameante, otro agorero,
pero no supimos quién ardía en él, si su dios
                                        o su demonio.
Dijo llamarse Elías y tenía gran hambre como nosotros.
               Se quedó mirando a mi madre
que en la artesa mezclaba un puñado de harina Santa Rosa
            con una cucharada de manteca sin nombre.
Estoy haciendo un pan para mi hijo y yo. Lo comeremos
y después, con la dignidad de los pobres satisfechos,
nos moriremos de hambre, dijo mi madre
                                    en Reyes 17:12.



José Watanabe
(Perú, 1945 – 2007)

No hay comentarios:

Publicar un comentario