martes, 5 de enero de 2016

Un poema de John Ashbery



Mordred

Ahora no tengo delante ni detrás.
Soy como son ciertas personas
que nunca te dicen cómo son
pero tú sabes que son como tú y lo son.

Yo era excepcionalmente sabio
pero era primavera, nadie hacía nada ni se ocupaban.
Era primavera y el riego automático estaba funcionando.

La bahía, borde irregular, piedras semisólidas
que son el deleite de algunos. Deleites que no se van,
pero, precisamente, tampoco se quedan,
se quedan como estaba previsto.
Cogí uno con alas,
lo miré con atención a los ojos:
¿Qué alegas? Ah, a mí sólo me gusta seguir viviendo,
lo demás no me es tan importante,
para nada, si no te importa.
Pero a mí sí, dije. Bueno, sí, es como un claro
en la oscuridad que no puedes ver. La oscuridad es para todos nosotros.
Nos acostumbramos a ella. Luego viene de nuevo la luz del día.
Eso es lo que quiero decir cuando digo que lo de vivir
podría seguir, seguir en otro sitio,
pero no, es aquí, más o menos.
Tienes que defenderlo, luego ello lucha por ti,
por eso no es necesario. Seguirá viviendo, pase lo que pase.
Mira, disculpa, es que estoy cansado.

Hay una última cosa que quiero saber de ti.
¿Recuerdas una fragua de medianoche
en torno a la cual se movían con sigilo los fantasmas de los leprosos, que eran herreros
en una época obstinadamente inidentificable, y luego desaparecías de repente?
Recuerdas cómo el martillo caía lentamente
y te llevabas toda esa canción.

Recuerdas la música de los caballos de tiro
que sólo podían hacer contra una pared.
Muy bien, ¿qué poco te cuesta, pues?
Era un párvulo, ahora ya has dejado atrás la madurez,
y el gran dibujo no ha ocurrido.

Sí, ya debo irme.
Sencillamente, me gusta vivir
sólo me gusta vivir.
Alguna vez espero que me hables de tus intenciones,
pero ahora debo quedarme aquí en esta vía rápida
por si estuvieran en camino las provisiones,
aunque no las necesitaré, siendo, como soy, un ser vivo que respira.
Pero te pregunté por el sombrero.
Sí, claro, es importante tener sombrero.



John Ashbery (Nueva York, 1927)
Poema tomado de Secretos chinos (Visor, 2002), edición de Dámaso López

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