sábado, 15 de junio de 2013

Sábado de clásicos



Mis versos, escritos tan temprano...


Mis versos, escritos tan temprano
que no sabía aún que era poeta,
inquietos como gotas de una fuente,
como chispas de un cometa,

lanzados como ágiles diablillos al asalto
del santuario donde todo es sueño e incienso,
mis versos de juventud y de muerte
-¡mis versos, que nadie lee!-,

en el polvo de los estantes dispersos
-¡que ninguna mano toca!-,
como vinos preciosos, mis versos
también tendrán su hora.

 

Versión de Severo Sarduy
(A media voz)
                                            
          

                                                        Marina Tsvetáieva
                                                       (Moscú 1892 – Elábuga 1941)
 

miércoles, 12 de junio de 2013

Miscelánea



AL DUQUE DE OSUNA



Excelentísimo señor:
El diablo anda suelto. Hoy me han tornado a llamar el grande amigo y religioso que escribe con él y me han tornado mandar escriba a V.E. que de ningún modo, si V.E. es su amigo con las veras que ellos lo son y serán, deje de partir luego reciba este despacho para Nápoles y avisar luego, y que si el turco baja, que haga su noviciado el virrey nuevo, que ya acá han dicho, y su majestad y todos lo saben, que si V.E. saliere en ocasión del parto de mi señora la condesa de Castro, que el señor don Francisco vaya a Sicilia y deje a su excelencia en Nápoles, que es lo que desean, y yo despacho este correo con más secretos y recatos que si fuera cosa de Inquisición. Dios le guíe y guarde a V.E., como deseo y he menester. Madrid, a 13 de abril de 1616. Excelentísimo señor, su criado, don Francisco de Quevedo.
     Yo me embarco a Cartagena por los vestidos que llevo.






Pág. 148

Epistolario
Francisco de Quevedo
Prólogo de Raimundo Lida
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
México, 1989.

lunes, 10 de junio de 2013

Lunes de locales



Denme una mesa verde, aticen los dientes y mi tiempo, denme tiempo a cambio de mis dientes. Quédense con mi lengua para que pronuncien su nombre dos veces. Arránquenme las uñas, quiten de las manos el señalamiento del dedo, escondan los hisopos entintados y quiten de mi boca los letreros. Véndanme un color apacible y un espejo de tinta para que combinen con esa mesa verde. Escojan su longitud y su agresividad. Por favor denme una mesa verde, quiero besarle los labios mayores, quiero estirarle los ojos y dibujarle palabras en puntos suspensivos y comas abiertas. Quiero llenarla de fotos, llenarla de cielo. Denme los cuadros de Monet y los azules de Dalí para ahorrarle Hiroshima. Y será como si nosotros y los que hemos sido también se hicieran pedazos.


Joel Peña Bañuelos
(Ciudad Juárez, 1990)

sábado, 8 de junio de 2013

Sábado de clásicos



No al lector: al oyente


Lo peor en esto de leer en público es el espejo. Viene y se rompe. O viene uno y se encandila en él. Mejor atenerse, para huir de la autotrampa, a lo que me dije alguna vez:
     “Sólo se aprende aprende aprende
de los propios, propios errores”.
     “Me enseñaron a ganarlo todo y a no perderlo todo. Y, menos mal que yo me enseñé solo a perderlo todo”. ¿Solo? ¿No habrá también orgullo en eso?
     Quiero decirle de una vez: me duele este oficio. Aunque no haya nunca otro mayor, como está escrito en el relámpago; ni el que te hace sabio ni el que te hace poderoso, pero hay que merecerlo. No transar con el éxito ni con la adversidad. Porque, dicha o desdicha, todo es mudanza para ser. Para ser, y más ser; y en eso andamos los poetas. Tal vez por ello mismo no funcionemos bien en ningún negocio; ni del Este ni del Oeste. Y nuestro único negocio tenga que ser la libertad.
     Libertad que a veces uno confunde con el salvacionismo solidario o la adhesión total; a mí me ha pasado. No mucho, desde el momento que ya de niño mi única conducta o militancia fue siempre la poesía, pero me ha pasado. Claro que no hasta el punto de confundir poetizar con politizar porque eso sería servidumbre, y alejarse del Misterio. Y yo creo en el Misterio. Ahora, que si me harté hasta el hartazgo de cualquier modo de consignismo, sin haber cedido nunca a su tentación, no iba a adherirme al otro fariseísmo de callar. De callar sucio, porque si no lo dices se te seca la lengua, y adiós vidente mío. Nada nunca con la mutilación temática justo porque el poeta de veras es él y más que él: uno y todos los mortales; el vencedor lo mismo que el vencido; el amante, el amado, el loco, que –como dijo Chesterton- lo ha perdido todo menos la razón; el homo ludens, casi nunca el sapiens pero a la vez el homo religiosus; el zoon politikon, el adivino; el nadie, el nada, el zumbido del Principio.
     ¿Pero que no vinimos entonces a oír unos versos?




Gonzalo Rojas
(Lebu 1916 – Santiago 2011)




Pág. 9

Del relámpago (Poemas)

Colección Tierra Firme

FCE, Primera edición

1981

lunes, 3 de junio de 2013

Lunes de locales y nacionales



A Fernanda


Hace años, cuatro
que tus manos van recorriendo el mundo
y qué gusto que hoy anden quietas
y anden junto a las mías.
Yo no vengo a darte nada
qué voy a darte si tus manos ya están llenas
si has tocado el bosque entero
y un aire más frío
y dedos que no habrán de parecerse nunca a los que tengo.

Miro aquí tus manos
tus manos negras de niña
y sé que no recuerdas
todavía
cuántas cosas te han llenado los dedos.
Yo te he visto malabarear naranjas
y sepultar entre las palmas calientes un pájaro muerto
levantar perros que recién despiertan
y ahora
sostener con fuerza
mi mano que se llena, apenas
con las tuyas.

Mira niña, que tu boca carga ya dos lenguas
y tu espalda tierna dos mundos
en lo que no has de acomodarte nunca.

Entonces que tus manos no carguen
nada que no quepa y plazca en tu boca
que no carguen más que mi mano
o lo que desde verte nace
y tiene ganas de ser un pájaro pequeño
para saber que cabe bien en esas manos
que irán, poco a poco, guardando
todo lo que les guste de este mundo.




                                                                     Octavio Hijar
                                                                     (Chihuahua, 1992)